Afiliados Normales
En este apartado se encontrara aquel grupo mafioso/Pandilla que este al manod de la ciudad por el momento, asi que empeño ante todo.
Clive Krone
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Clive Krone
~Nombre: Clive
~Apellido: Krone
~Apodo/s: Heartless, aunque odia que lo llamen así.
~Edad: 14 años. Nacido el 13 de Junio.
~Sexo: Masculino
~Raza: Civil, aunque a veces es confudido con un "ser de las tinieblas"
~Ocupación: Para la edad que tiene tendría que estar en la escuela, pero dado que no tiene a nadia más que a él mismo, no puede permitirse ir. Por eso vaga sin rumbo por la ciudad.
~Nacionalidad: No lo sabe exactamente, pero dice que es inglés.
~Pandilla:---
~Habilidades: Es un simple humano, con lo cual no posee super poderes como otros en este lugar, lo que tiene es una gran puntería. Su único ojo le ha permitido desarrollar una precisión casi sobrehumana. Es capaz de dar a una manzana a 15 metros de distancia con un solo disparo. También sabe manejar alguna que otra arma de fuego. Con respecto a la fuerza, no tiene demasiada, es como en un niño de su edad, pero lo compensa con una gran velocidad.
·Puntería: 15
·Fuerza: 5
·Velocidad: 10
~Descripción física: Es un joven que mide 1'52 m. y pesa 46 Kg. Es de piel blanca y suave, que tienta a cualquiera a tocarla. De constitución delgada, la cual le da un aspecto un tanto enclenque. Sus piernas son cortas, ya que aún es un niño, pero muy bien coordinadas, unidas a la fina línea de sus estrechas caderas, subiendo por una cintura casi sin marcar, acabando en un pecho poco desarrollado con lo que se refiere a la anatomía masculina. De hombros estrechos y brazos delgados unidos a unas manos con una perfecta coordinación entre ellas, que abarcan unas uñas normalmente largas para poder ser mordidas. Su cuello es estrecho y un poco corto, de rostro redondeado. Labios finos, que ocultan dientes blancos y afilados, nariz respingona y pequeña, ojos grandes de un color amarillo cubiertos por largas pestañas. Aunque el izquierdo lo lleva tapado bajo un parche de color negro que lleva impresa una estrella amarilla. Su cabello es corto, de color azabache y ligeros toques rubios, que normalmente se presenta ligeramente revuelto.
Suele vestir con una sudadera oscura, con la punta de la capucha enronscada sobre sí misma. Ésta prende le viene un poco grande lo cual hace que sus manos sean ocultadas por las mangas. Acompañada por un pantalón ancho del mismo color, y unas zapatillas negras con pequeños toques plateados.
~Imagen:
Con respecto a sus gustos es un gran adicto a los dulces, sobre todo los caramelos, haría cualquier locura si no tiene su ración de dulces diaria, adora especialmente los dulces en forma de corazón. Le encantan los libros o películas fantásticas y de misterio, a todo lo que tenga que ver con alguna de las dos cosas le prestará una especial atención. Esta es una de las razones por las que también le encantan las antigüedades, siente que en cada objeto puede esconder un misterioso poder o una trágica historia. También es un gran aficionado a la magia, es mas, siempre quiso ser mago. Adora la música de piano y que le acaricien el pelo, eso siempre lo calma. Y si es observando la luna llena mejor que mejor, le parece tan mágica.
Por otro lado odia a muerte que le ignoren, montará un buen escándalo si no se le hace caso. No soporta las zanahoria, los pimientos, ni casi ningún tipo de verdura. Tampoco le gusta que le llamen Heartless, al contrario que antes, ahora le recuerda a Erik y lo detesta. Odia también la cerveza y el vino, es algo que le repugna al igual que los cigarrillos. No le gusta dormir solo, por eso inconscientemente abraza lo que tiene al alcance mientras está dormido. No soporta los libros de geografía, política y demás, le parecen extremadamente aburridos. Le tiene pánico a los cuchillos, amenázale con uno y se pondrá a llorar, el accidente que sufrió con ellos le dejó un pequeño trauma. Otra cosa que teme es a las marionetas siniestras, siente como si en algún momento vayan a cobrar vida y después matarle.
~Historia: Mmm... Según lo que me contó Erik, me encontraron cuando era un bebé en el interior de la carpa. Ah, cierto, no sabéis quién es Erik. Era el mago que trabajaba en el circo Krone, del cual me hice aprendiz e hijo adoptivo. Así es, fuí un circense desde que tengo consciencia. Yo no servía para hacer reír a la gente, ni colgarme a gran altura de una barra y mucho menos enfrentarme a animales salvajes, ni siquiera para vender palomitas entre el público. Lo mío era la magia. Ah, sí, no lo he dicho pero mi custodia la tenía el jefe de pista. Tsk, ese hijo de puta nunca fue mi padre ni nada mío. Yo crecía feliz junto a mi padre (Erik) y los demás artistas del circo, a excepción del Sr. Krone. Me convertí en un gran mago gracias a mi juego de manos, también aprendí a hacer malavares, a perderle el miedo a las alturas y a los leones, y que una piel de plátano puede causar miles de carcajadas. Aunque seguía sin saber vender palomitas.
Eran buenos tiempo y me lo pasaba muy bien, pero una serie de desdichas me cayeron de golpe como un jarro de agua fría. El jefe de pista me había pedido (obligado) hacer un número con cuchillos. Éstos tenían que flotar en el aire y después lanzarse hacia una diana. Erik le dijo mil veces que eso era muy peligroso para un niño, pero el Sr. Krone le insistió (y amenazó) a mi padre para que me dejase hacerlo. Me puse manos a la obra y tengo que reconocer que me costó pero cuando ya lo tenía casi dominado ocurrió algo que nadie se esperaba. Sí... me quedé tuerto. Los cuchillos estaban sujetos a un hilo transparente, que tenía que mecerse para después desaflojar el nudo que los aprisionaba y clavarse en una diana, pero en este caso el blanco era yo. Mientras realizaba el truco oí un ruido a mi espalda, al ver que no había nada me giré de nuevo, y de repente sentí un dolor horroroso en la cara. Se me clavó un cuchillo en el ojo. Puedo asegurar que auqel día pegué el grito más fuerte que he podido contar en toda mi existencia. Grité, lloré, llamé a gritos a Erik desesperadamente. Minutos después me desmayé.
Desperté en la cama de un hospital, sin poder ver desde el lado izquierdo de mi cara, que se encontraba vendado. Observé a mi alrededor y vi a Erik dormir junto a mí, me alegró tanto que estuviese allí que me puse a llorar. El médico nos dijo que me habían extraído el ojo y en su lugar me habían colocado un ojo de cristal, pero a mí no me gustaba que me vieran con esa cosa, así que me puse un parche. Sí, me quedé tuerto, pero tuve mucha suerte de de no acabar muerto. A partir de ahí le cogí pánico a los cuchillos. Durante un tiempo dejé mis actuaciones junto a Erik y mientras él trabajaba me quedaba al cuidado de Colette, una simpática payasa a la que consideraba mi madre, ya que estaba saliendo con mi padre y pasábamos mucho tiempo juntos, como una familia. Papá y mamá se ocuparon de mí más de lo habitual, hasta que superé el no tener ojo y pude volver a mi vida medianamente normal. Meses después me ocurrió algo mucho peor.
Estábamos en plena actuación, realizando el truco de "la caja punzante" que consiste en que el mago se mete en un armario con doble fondo y el ayudante encadena las puertas para que no pueda salir, después va clavando espadas en el armario. Al abrir el armario, el mago está intacto. Así lo hicimos, Erik se metió dentro y yo cogí las espadas. Lo habíamos ensayado millones de veces, nunca pasó nada, pero aquella vez sería distinto. En cuanto clavé la primera espada el público enmudeció, seguí clavándolas, sintiendo algo extraño, me costaba más meterlas que las otras veces. Acabando de atravesar la extructura del mueble, esperé cinco segundos como hacíamos y abrí el armario. Lo que vi será una imagen que no olvidaré en toda mi vida. Erik estaba ahí... muerto. Atravesado cruelmente por siete filos, que poco a poco vertían su sangre sobre el armario. Me desmayé y no recuerdo nada más.
Me llamaron de todo, y yo no hacía más que llorar y llorar, refugiándome en los brazos de Colette, la cual intentaba consolarme. Siempre me decía que no era culpa mía, que no pasaba nada... Pero sabía perfectamente que el responsable de aquello fui yo, si no hubiese clavado las espadas ahora mi padre seguiría con vida. Pasaron muchos meses, no sé exactamente cuantos ya que dejé de contarlos, pero puedo asegurar que fue mucho tiempo. Un día normal como otro cualquiera después de la muerte de Erik, me encontraba como siempre encerrado en mi habitación sin ganas de vivir cuando entró Colette. Se sentó a mi lado y me comenzó a hablar del trágico día. Mi padre fue asesinado... por el jefe de pista. El truco no había fallado, el armario había sido cambiado y yo ya no era tan culpable. Me contó que desde hace meses el Sr. Krone llevaba planeando deshacerse de Erik para ganarse mi amor sin que nadie se lo interpusiera. Claramente estaba consiguiendo todo lo contrario. Ahora sí que odiaba a ese hombre.
Pero yo sólo soy un niño, ¿qué podía hacer? Nada, absolutamente nada. Esperar a encontrar el momento adecuado para matar a ese cabrón. Sí, eso pensaba, pero no tenía, no tengo el valor ni la sangre fría de hacer algo así. Sólo lo ignoraba, o le contestaba de malas maneras, pero sólo recibía golpes y más golpes, y mi pobre mamá sólo podía mirarme y sufrir por mí. Allí todos teníamos el apellido Krone, ya que todos éramos personas abandonadas, humanos que el mundo ya había olvidado y que no tenían más que su propia existencia. Mi familia me contó que el jefe de pista era una gran persona, pero que aquel recuerdo era ahora muy lejano. Al parecer el Sr. Krone sufría de psicosis desde hacía muchos años, pero después de encontrarme a mí fue dejando su medicación a un lado hasta que finalmente la desechó. Se volvió un agresivo desequilibrado mental, y un día sí que se le cruzaron los cables.
Una noche se oyeron fuertes estruendos. Cuando fuimos a ver qué pasaba nos encontramos con que el jefe de pista había matado a tiros a Axel, el león que siempre nos ha acompañado, o al menos desde que yo estoy aquí. Los demás se escandalizaron ya que el Sr. Krone seguía teniendo la escopeta entre sus manos, salimos corriendo y el jefe de pista nos seguía. De la mano de Colette entramos en su habitación y guardamos silencio hasta que el Sr. Krone pasó de largo. Yo estaba muy asustado y no dejaba de llorar, me abrazaba fuertemente a mi madre, creyendo que así pasaría el peligro. Pero todos sabíamos que aquel era el fin. Mamá también me abrazaba con fuerza e intentaba no llorar para que yo me tranquilizase. Después de un rato se levantó de golpe y me dio un sobre de color blanco, para instantes después pedirme que me marchara. Apreté la carta que tenía entre mis manos y me negué rotundamente a hacerlo, no quería separarme de ella, no quería perder también a mi madre, prefería morir ante todo aquello. Colette me puso las manos en los hombros, me miró a lo ojos y me dijo que me fuera. Por mucho que yo le decía que no, ella me lo volvía a repetir. Después de unos segundos, agachó la cabeza y siguió diciendo que me fuera. Su voz se quebraba con cada palabra que decía, hasta que se apagó y me dio una bofetada. Me miró a la cara y pude ver como las lágrimas la surcaban. "Por favor, márchate, Clive" fueron sus palabras, yo me quedé en blanco y no dije nada. Entonces la puerta se abrió de golpe.
El Sr. Krone nos había encontrado. Parecía un mounstro con su aspecto desaliñado, con los ojos que parecían salirsele de las órbitas y con varias manchas de sangre en sus ropajes. Colette se abalanzó contra él y yo conseguí escapar y salir de la zona en donde estábamos. Corrí, corrí sin rumbo hacia delante, con lágrimas en los ojos, sabiendo que jamás volvería a ver a mamá. Cuando me alejé todo lo que mi pequeño cuerpo me permitió, me senté en el suelo a sollozar, jadeante, y sin saber qué hacer. De repente me acordé del sobre que me había dado Colette. Lo miré detenidamente y parecía no tener remitente, a continuación lo abrí, encontrándome con una foto de Colett, Erik y yo y la guardé en el bolsillo. Pero había algo más en el sobre, una especie de invitación a un lugar llamado Sunshine City, junto con una dirección a la que tenía que asistir el día de hoy.
~ Otros: Clive sufre de un soplo al corazón, por lo que su salud se vuelve un poco delicada y no es recomendable que haga esfuerzos
~Apellido: Krone
~Apodo/s: Heartless, aunque odia que lo llamen así.
~Edad: 14 años. Nacido el 13 de Junio.
~Sexo: Masculino
~Raza: Civil, aunque a veces es confudido con un "ser de las tinieblas"
~Ocupación: Para la edad que tiene tendría que estar en la escuela, pero dado que no tiene a nadia más que a él mismo, no puede permitirse ir. Por eso vaga sin rumbo por la ciudad.
~Nacionalidad: No lo sabe exactamente, pero dice que es inglés.
~Pandilla:---
~Habilidades: Es un simple humano, con lo cual no posee super poderes como otros en este lugar, lo que tiene es una gran puntería. Su único ojo le ha permitido desarrollar una precisión casi sobrehumana. Es capaz de dar a una manzana a 15 metros de distancia con un solo disparo. También sabe manejar alguna que otra arma de fuego. Con respecto a la fuerza, no tiene demasiada, es como en un niño de su edad, pero lo compensa con una gran velocidad.
·Puntería: 15
·Fuerza: 5
·Velocidad: 10
~Descripción física: Es un joven que mide 1'52 m. y pesa 46 Kg. Es de piel blanca y suave, que tienta a cualquiera a tocarla. De constitución delgada, la cual le da un aspecto un tanto enclenque. Sus piernas son cortas, ya que aún es un niño, pero muy bien coordinadas, unidas a la fina línea de sus estrechas caderas, subiendo por una cintura casi sin marcar, acabando en un pecho poco desarrollado con lo que se refiere a la anatomía masculina. De hombros estrechos y brazos delgados unidos a unas manos con una perfecta coordinación entre ellas, que abarcan unas uñas normalmente largas para poder ser mordidas. Su cuello es estrecho y un poco corto, de rostro redondeado. Labios finos, que ocultan dientes blancos y afilados, nariz respingona y pequeña, ojos grandes de un color amarillo cubiertos por largas pestañas. Aunque el izquierdo lo lleva tapado bajo un parche de color negro que lleva impresa una estrella amarilla. Su cabello es corto, de color azabache y ligeros toques rubios, que normalmente se presenta ligeramente revuelto.
Suele vestir con una sudadera oscura, con la punta de la capucha enronscada sobre sí misma. Ésta prende le viene un poco grande lo cual hace que sus manos sean ocultadas por las mangas. Acompañada por un pantalón ancho del mismo color, y unas zapatillas negras con pequeños toques plateados.
~Imagen:
- Imagen original, personificación de un Heartless:
Con respecto a sus gustos es un gran adicto a los dulces, sobre todo los caramelos, haría cualquier locura si no tiene su ración de dulces diaria, adora especialmente los dulces en forma de corazón. Le encantan los libros o películas fantásticas y de misterio, a todo lo que tenga que ver con alguna de las dos cosas le prestará una especial atención. Esta es una de las razones por las que también le encantan las antigüedades, siente que en cada objeto puede esconder un misterioso poder o una trágica historia. También es un gran aficionado a la magia, es mas, siempre quiso ser mago. Adora la música de piano y que le acaricien el pelo, eso siempre lo calma. Y si es observando la luna llena mejor que mejor, le parece tan mágica.
Por otro lado odia a muerte que le ignoren, montará un buen escándalo si no se le hace caso. No soporta las zanahoria, los pimientos, ni casi ningún tipo de verdura. Tampoco le gusta que le llamen Heartless, al contrario que antes, ahora le recuerda a Erik y lo detesta. Odia también la cerveza y el vino, es algo que le repugna al igual que los cigarrillos. No le gusta dormir solo, por eso inconscientemente abraza lo que tiene al alcance mientras está dormido. No soporta los libros de geografía, política y demás, le parecen extremadamente aburridos. Le tiene pánico a los cuchillos, amenázale con uno y se pondrá a llorar, el accidente que sufrió con ellos le dejó un pequeño trauma. Otra cosa que teme es a las marionetas siniestras, siente como si en algún momento vayan a cobrar vida y después matarle.
~Historia: Mmm... Según lo que me contó Erik, me encontraron cuando era un bebé en el interior de la carpa. Ah, cierto, no sabéis quién es Erik. Era el mago que trabajaba en el circo Krone, del cual me hice aprendiz e hijo adoptivo. Así es, fuí un circense desde que tengo consciencia. Yo no servía para hacer reír a la gente, ni colgarme a gran altura de una barra y mucho menos enfrentarme a animales salvajes, ni siquiera para vender palomitas entre el público. Lo mío era la magia. Ah, sí, no lo he dicho pero mi custodia la tenía el jefe de pista. Tsk, ese hijo de puta nunca fue mi padre ni nada mío. Yo crecía feliz junto a mi padre (Erik) y los demás artistas del circo, a excepción del Sr. Krone. Me convertí en un gran mago gracias a mi juego de manos, también aprendí a hacer malavares, a perderle el miedo a las alturas y a los leones, y que una piel de plátano puede causar miles de carcajadas. Aunque seguía sin saber vender palomitas.
Eran buenos tiempo y me lo pasaba muy bien, pero una serie de desdichas me cayeron de golpe como un jarro de agua fría. El jefe de pista me había pedido (obligado) hacer un número con cuchillos. Éstos tenían que flotar en el aire y después lanzarse hacia una diana. Erik le dijo mil veces que eso era muy peligroso para un niño, pero el Sr. Krone le insistió (y amenazó) a mi padre para que me dejase hacerlo. Me puse manos a la obra y tengo que reconocer que me costó pero cuando ya lo tenía casi dominado ocurrió algo que nadie se esperaba. Sí... me quedé tuerto. Los cuchillos estaban sujetos a un hilo transparente, que tenía que mecerse para después desaflojar el nudo que los aprisionaba y clavarse en una diana, pero en este caso el blanco era yo. Mientras realizaba el truco oí un ruido a mi espalda, al ver que no había nada me giré de nuevo, y de repente sentí un dolor horroroso en la cara. Se me clavó un cuchillo en el ojo. Puedo asegurar que auqel día pegué el grito más fuerte que he podido contar en toda mi existencia. Grité, lloré, llamé a gritos a Erik desesperadamente. Minutos después me desmayé.
Desperté en la cama de un hospital, sin poder ver desde el lado izquierdo de mi cara, que se encontraba vendado. Observé a mi alrededor y vi a Erik dormir junto a mí, me alegró tanto que estuviese allí que me puse a llorar. El médico nos dijo que me habían extraído el ojo y en su lugar me habían colocado un ojo de cristal, pero a mí no me gustaba que me vieran con esa cosa, así que me puse un parche. Sí, me quedé tuerto, pero tuve mucha suerte de de no acabar muerto. A partir de ahí le cogí pánico a los cuchillos. Durante un tiempo dejé mis actuaciones junto a Erik y mientras él trabajaba me quedaba al cuidado de Colette, una simpática payasa a la que consideraba mi madre, ya que estaba saliendo con mi padre y pasábamos mucho tiempo juntos, como una familia. Papá y mamá se ocuparon de mí más de lo habitual, hasta que superé el no tener ojo y pude volver a mi vida medianamente normal. Meses después me ocurrió algo mucho peor.
Estábamos en plena actuación, realizando el truco de "la caja punzante" que consiste en que el mago se mete en un armario con doble fondo y el ayudante encadena las puertas para que no pueda salir, después va clavando espadas en el armario. Al abrir el armario, el mago está intacto. Así lo hicimos, Erik se metió dentro y yo cogí las espadas. Lo habíamos ensayado millones de veces, nunca pasó nada, pero aquella vez sería distinto. En cuanto clavé la primera espada el público enmudeció, seguí clavándolas, sintiendo algo extraño, me costaba más meterlas que las otras veces. Acabando de atravesar la extructura del mueble, esperé cinco segundos como hacíamos y abrí el armario. Lo que vi será una imagen que no olvidaré en toda mi vida. Erik estaba ahí... muerto. Atravesado cruelmente por siete filos, que poco a poco vertían su sangre sobre el armario. Me desmayé y no recuerdo nada más.
Me llamaron de todo, y yo no hacía más que llorar y llorar, refugiándome en los brazos de Colette, la cual intentaba consolarme. Siempre me decía que no era culpa mía, que no pasaba nada... Pero sabía perfectamente que el responsable de aquello fui yo, si no hubiese clavado las espadas ahora mi padre seguiría con vida. Pasaron muchos meses, no sé exactamente cuantos ya que dejé de contarlos, pero puedo asegurar que fue mucho tiempo. Un día normal como otro cualquiera después de la muerte de Erik, me encontraba como siempre encerrado en mi habitación sin ganas de vivir cuando entró Colette. Se sentó a mi lado y me comenzó a hablar del trágico día. Mi padre fue asesinado... por el jefe de pista. El truco no había fallado, el armario había sido cambiado y yo ya no era tan culpable. Me contó que desde hace meses el Sr. Krone llevaba planeando deshacerse de Erik para ganarse mi amor sin que nadie se lo interpusiera. Claramente estaba consiguiendo todo lo contrario. Ahora sí que odiaba a ese hombre.
Pero yo sólo soy un niño, ¿qué podía hacer? Nada, absolutamente nada. Esperar a encontrar el momento adecuado para matar a ese cabrón. Sí, eso pensaba, pero no tenía, no tengo el valor ni la sangre fría de hacer algo así. Sólo lo ignoraba, o le contestaba de malas maneras, pero sólo recibía golpes y más golpes, y mi pobre mamá sólo podía mirarme y sufrir por mí. Allí todos teníamos el apellido Krone, ya que todos éramos personas abandonadas, humanos que el mundo ya había olvidado y que no tenían más que su propia existencia. Mi familia me contó que el jefe de pista era una gran persona, pero que aquel recuerdo era ahora muy lejano. Al parecer el Sr. Krone sufría de psicosis desde hacía muchos años, pero después de encontrarme a mí fue dejando su medicación a un lado hasta que finalmente la desechó. Se volvió un agresivo desequilibrado mental, y un día sí que se le cruzaron los cables.
Una noche se oyeron fuertes estruendos. Cuando fuimos a ver qué pasaba nos encontramos con que el jefe de pista había matado a tiros a Axel, el león que siempre nos ha acompañado, o al menos desde que yo estoy aquí. Los demás se escandalizaron ya que el Sr. Krone seguía teniendo la escopeta entre sus manos, salimos corriendo y el jefe de pista nos seguía. De la mano de Colette entramos en su habitación y guardamos silencio hasta que el Sr. Krone pasó de largo. Yo estaba muy asustado y no dejaba de llorar, me abrazaba fuertemente a mi madre, creyendo que así pasaría el peligro. Pero todos sabíamos que aquel era el fin. Mamá también me abrazaba con fuerza e intentaba no llorar para que yo me tranquilizase. Después de un rato se levantó de golpe y me dio un sobre de color blanco, para instantes después pedirme que me marchara. Apreté la carta que tenía entre mis manos y me negué rotundamente a hacerlo, no quería separarme de ella, no quería perder también a mi madre, prefería morir ante todo aquello. Colette me puso las manos en los hombros, me miró a lo ojos y me dijo que me fuera. Por mucho que yo le decía que no, ella me lo volvía a repetir. Después de unos segundos, agachó la cabeza y siguió diciendo que me fuera. Su voz se quebraba con cada palabra que decía, hasta que se apagó y me dio una bofetada. Me miró a la cara y pude ver como las lágrimas la surcaban. "Por favor, márchate, Clive" fueron sus palabras, yo me quedé en blanco y no dije nada. Entonces la puerta se abrió de golpe.
El Sr. Krone nos había encontrado. Parecía un mounstro con su aspecto desaliñado, con los ojos que parecían salirsele de las órbitas y con varias manchas de sangre en sus ropajes. Colette se abalanzó contra él y yo conseguí escapar y salir de la zona en donde estábamos. Corrí, corrí sin rumbo hacia delante, con lágrimas en los ojos, sabiendo que jamás volvería a ver a mamá. Cuando me alejé todo lo que mi pequeño cuerpo me permitió, me senté en el suelo a sollozar, jadeante, y sin saber qué hacer. De repente me acordé del sobre que me había dado Colette. Lo miré detenidamente y parecía no tener remitente, a continuación lo abrí, encontrándome con una foto de Colett, Erik y yo y la guardé en el bolsillo. Pero había algo más en el sobre, una especie de invitación a un lugar llamado Sunshine City, junto con una dirección a la que tenía que asistir el día de hoy.
~ Otros: Clive sufre de un soplo al corazón, por lo que su salud se vuelve un poco delicada y no es recomendable que haga esfuerzos
Última edición por Clive Krone el Miér Abr 20, 2011 8:08 am, editado 1 vez
Clive Krone- Nuevo Ciudadano
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Re: Clive Krone
Muy buena la ficha. La pondría como fichas modelos del foro. Ah, mejor me callo, siempre que me gusta una ficha me la pongo a mirar y decir eso. Bueno, mejor pasemos a lo mejor. ¡Ficha aprobada! Está totalmente perfecta. Ah, solo hay una dudita y es la de raza, ¿te dejo como civil? Si así deseas cambiarlo luego, consúltame.
Bueno, nada más. En minutos tu ficha será movida y tendrás color.
FICHA APROBADA.
Bueno, nada más. En minutos tu ficha será movida y tendrás color.
FICHA APROBADA.
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