Aquellos ojos carmesí...

Esta ciudad increíblemente era igual a la de Italia. Claro está, habían algunas diferencias. Pero eran tan pocas...

Yuuki se sorprendió la primera vez que llegó a la ciudad. Era increíblemente igual. Ella había viajado por Italia y conocía muy bien cómo era. Las calles, la gente, las casas. Todo era real. Especialmente el caffe de la esquina, ¡también estaba ahí! Ahora ya no estaba muy sorprendida, pero las sorpresas no faltaban. Ahora ella vivía acá. Había elegido una casa de las de acá, especialmente porque eran tranquilas. Claro, sin contar a la noche. Siguió caminando, mientras miraba las vidrieras. Qué bien, también era muy parecida la ropa. Claro, lo único que faltaba, era el idioma que ella tanto le gustaba. Hablaban entre mezcla, pero, era igual bonito. Sonrió mientras miraba gente en los bancos, otras colgando ropas en las terrazas y niños jugando tranquilamente. Así paseo, ya que no tenía mucho que hacer por hoy. Pero ya llegaba la noche, y eso no estaba contado. Le habían contado que las calles de noche eran terriblemente peligrosas.

- ¿Qué tanto...? - se preguntó a sí misma mientras miraba que la gente iba entrando. Claro, por las calles en la que ella estaba, ya fuera de la ciudad y entrando más al pueblo, era más peligroso. Callejones sin salida había por montones, y no se perdió por que ya conocía bien el lugar. Bah, la verdad, no estaba ni asustada ni preocupada. Además, no tenía ganas de ir por la ciudad. Si bien la noche de Italia era algo bonito, no le gustaba tanto. Y no tenía ganas, en ese momento tenía algo de dolor de cabeza. Caminó un poco más, hasta que sintió unos pasos cerca.

- ¿Me están siguiendo? - se preguntó mientras daba vueltas a la misma cuadra de la calle Cavallino. Sí, la estaban siguiendo. Miró a los costados. La calle estaba terriblemente desolada. - Está cometiendo una grave equivocación. - dijo mientras se tomaba de la cabeza. Sus ojos celestes, ya eran rojos carmesí y brillaban a la noche...

Spoiler:

Hacía mucho tiempo que no veía las calles de su querida Italia, añoraba los viejos canales por los cuales la góndolas navegaban plácidamente. Obligada a vivir en la noche y sin importarle esto mucho decidió pasear un poco, a pesar de nombrar a los Ravens como seres despiadados la añoranza no tenía porqué significar debilidad, así que siguió tranquilamente paseando de calle en calle.

Cuando se cansó de seguir caminando no se le ocurrió otra cosa más que subir a los tejados de la irreal ciudad, saltaba de uno a otro como quien recitaba el abecedario hasta que abajo divisó una curiosa figura femenina, no sabría decir si esta estaba asustada o desorientada pero le resultaba curiosa su actitud. De nuevo descendió al nivel del suelo para observarla mejor, quizá sería divertido después de todo.

La seguía sigilosamente, pues si se daba cuenta de quién era perdería gracia ese peculiar hecho, hasta que sin percatarse hizo sonar sus pasos tras ella quien se percató de esto. Se escodió tras un edificio, la curiosidad le aumentaba al ver como sus ojos azules ahora eran carmesíes, pero no podía seguir escondiéndose, su deber era proteger y no asustar, eso era algo que bien sabido tenía.

- No temas -dijo mostrándose.- Mi intención no es hacerte daño alguno, sino todo lo contrario.
Tras en cierto modo decirle que ella no era de los "malos" hizo una leve reverencia junto a una pequeña y suave sonrisa la cual no muy auténtica pero si convincente de que lo que decía no era falso.
- Estaba observando las calles cuando te vi, parecías un tanto desorientada y decidí ayudarte, pero por tu mirada sospecho que no se te hace muy agradable mi presencia... -detuvo sus palabras un instante- ¿...o si?